«Frenar el caos con un racimo de ordenados golpes que acaban dando sentido a esta mismísima y rumikúbica realidad. Gira, gira. Y tú estarás pensando, vaya tontería. Pero dale, gira». Jon Abalop

Escribir me parece, ante todo, una necesidad casi fisiológica. Sin embargo, el texto se dignifica, a mi entender, cuando se supera esa tendencia egoísta y se enfoca hacia los demás. Es decir, un diario o una libreta de notas son una herramienta buenísima para el descanso psicológico, para relacionar ideas y planificar aspiraciones. Pero no dejan de quedarse en el terreno personal.

Me gustó la imagen de rumikúbica realidad del texto con el que encabezo este inicio.  Me pareció muy sugerente. «Un cubo de Rubik clásico posee seis colores uniformes. Un mecanismo de ejes permite a cada cara girar independientemente, mezclando así los colores. Para resolver el rompecabezas, cada cara debe volver a consistir en un solo color». Con paciencia, técnica y esmero. En ocasiones, por puro azar. La vida también tiene diferentes caras y diferentes colores que se mezclan entre sí. Nada parece encajar y al final todo lo hace.

Al mismo tiempo, el cubo sin resolver es una imagen de cómo se entrecruzan las personas y las diferentes facetas de nuestra existencia. La realidad es caos, por mucho que aspiremos al orden. Y en esa complicación está el juego. En la escala de grises, la poesía.

Cuando lo escrito se dirige a otros, decía, adquiere una categoría diferente. Se pone al servicio del lector el tiempo dedicado y el esfuerzo por plasmar, con más o menos coherencia, una reflexión que desempolve interrogantes o un relato que entretenga y haga pasar un buen rato.

Con esa intención empiezo este blog. Para compartir, con quien guste, aquello que mi pluma mande. Una historia, una recomendación, un comentario literario o una retahíla de ideas inconexas. Mi particular realidad. Realidad que es, en todas sus acepciones, lo más rumikúbica posible.